viernes, 13 de junio de 2008

La dinastía Quing o Manchú (1678-1911): La última dinastía

Bajo la dinastía Qing, los manchúes siguieron absorbiendo la cultura de China. Su organización política se basaba en la de los Ming, aunque estaba más centralizada; el máximo organismo administrativo fue una nueva institución, el Gran Consejo, que tramitaba los asuntos militares y políticos del Estado bajo la supervisión directa del emperador. Los funcionarios (burócratas) principales en la capital tenían tanto un jefe chino como manchú. Desaparecieron tanto la burocracia tradicional como los exámenes para funcionarios públicos, que eran elegidos por su conocimiento del confucianismo.
Hacia finales del siglo XVII, los Qing habían eliminado toda la oposición Ming y sofocado una rebelión encabezada por generales chinos, quienes en principio habían ayudado a los manchúes y a los que se habían otorgado dominios semiautónomos en el sur. A mediados del siglo XVIII, durante el reinado del emperador Qianlong, la dinastía Qing llegó al apogeo de su poder. Dongbei Pingyuan (Manchuria), Mongolia, Xinjiang y el Tíbet se encontraban bajo el control Qing, hasta Nepal notó la influencia china; Birmania enviaba periódicamente tributos a la corte Qing, al igual que las islas Ryūkyū; Corea y Vietnam del Norte reconocieron ambos la soberanía china y Taiwan fue anexionada.
El orden interno que los manchúes implantaron hizo del siglo XVIII un periodo de paz y prosperidad sin precedentes en China; la población se duplicó, pero la producción fue incapaz de expandirse al mismo ritmo. Hacia finales del siglo XVIII, la situación económica del campesinado chino había empezado a declinar. Los recursos financieros del gobierno estaban gravemente mermados por el coste de la expansión exterior y a finales del reinado de Qianlong estaban casi agotados por la corrupción oficial. Las tropas manchúes situadas a lo largo de toda China fueron una causa más de deterioro de la economía y, debilitadas por su escasa experiencia bélica al servir como simples guarniciones, fueron poco capaces de empuñar las armas en su propia defensa.


Es una época de marcadas presiones extranjeras, en donde las potencias de Occidente obligan a los chinos a comerciar materias primas a precios que no eran convenientes para ellos. Ante una negativa de China hacia comienzos del Siglo XIX, se das las famosas Guerra del Opio y los Tratados desiguales. Este hecho hizo que el imperio pierda gran cantidad de territorios y quede sujeto comercialmente a las ordenes de Gran Bretaña, el gran beneficiado de esta situación. Debido a esta debilidad exterior frente a los ataques bélicos y diplomáticos de la dinastía Quing, hacia mediados de Siglo XIX se dieron una gran cantidad de revoluciones y movimientos desde el sector agrario en contra del poder imperial.


Era tarde para los manchúes. Poco después de la Guerra Chino-japonesa, Sun Yat-sen, formado según el modelo occidental, había iniciado un movimiento revolucionario dedicado a establecer un gobierno republicano. Durante la primera década del siglo XX, los revolucionarios atrajeron a estudiantes, comerciantes chinos con el extranjero y grupos nacionales poco satisfechos con el gobierno manchú. A mediados de 1911 tuvieron lugar levantamientos como protesta contra el programa de nacionalización del ferrocarril Qing y en octubre de ese año estalló la Revolución republicana en Hankou (en la actualidad, parte de la ciudad de Wuhan), en China central, extendiéndose a otras provincias, mientras Sun tomaba el control de la revuelta. Los ejércitos manchúes, reorganizados por el general Yuan Shikai, eran claramente superiores a las fuerzas rebeldes, pero Yuan sólo aplicó una presión militar limitada y negoció con los dirigentes rebeldes ser designado presidente de un nuevo gobierno republicano. El 12 de febrero de 1912 Sun Yat-sen cedió su puesto de presidente provisional en favor de Yuan y sumisamente los manchúes se retiraron del poder. El 14 de febrero de 1912 una asamblea revolucionaria reunida en Nanjing eligió a Yuan primer presidente de la República de China.

La dinastía Ming (1368-1644): Reestablecimeinto Imperial

Fundada por Chu, los Ming establecieron su capital en principio en Nanjing y revitalizaron la civilización china de los Tang y los Song. Su poder se asentó firmemente en China y a lo largo de Asia oriental, se restableció el gobierno civil, se fomentó la literatura, se fundaron escuelas y se reformó la administración de justicia; se amplió la Gran Muralla y se mejoró el Gran Canal. El imperio se dividió en 15 provincias, la mayor parte de las cuales aún mantienen sus nombres originales. Cada provincia estaba supervisada por tres comisionados —uno para las finanzas, otro para los temas militares y un tercero para los temas judiciales. El comisionado financiero, que encabezaba la administración, fue sustituido en los últimos años de la dinastía por un gobernador.
Los primeros Ming también restablecieron el sistema de relaciones tributarias mediante las cuales los estados no chinos de Asia oriental reconocieron la supremacía cultural y moral de China y enviaron periódicamente tributos a la corte china. Durante el primer cuarto del siglo XV, las tribus de Mongolia fueron derrotadas definitivamente y la capital volvió a ubicarse en Pekín. Las expediciones navales chinas extendieron el poder del imperio Ming a lo largo de todo el sureste de Asia, la India y Madagascar. Sin embargo, desde mediados del siglo XV, el poder Ming comenzó a declinar. El protagonismo imperial se había deteriorado y los eunucos de la corte llegaron a ejercer un gran control sobre el emperador, alentando el descontento y la creación de grupos disidentes en el gobierno. El tesoro imperial se había reducido a causa del coste de la defensa contra las repetidas incursiones mongolas y las incursiones de los piratas japoneses que habían asolado la costa sureste durante todo el siglo XVI. Una campaña de siete años contra las tropas japonesas en Corea a finales del siglo XVI dejó a los Ming exhaustos.
Durante el periodo de decadencia de los Ming, se iniciaron las relaciones marítimas entre Occidente y China. Los primeros en llegar fueron los portugueses, en 1521, y hacia 1557 habían adquirido una factoría comercial en Macao. Después de 1570 comenzó el comercio entre China y los asentamientos españoles en Filipinas. En 1619 los holandeses se asentaron en Taiwan y tomaron posesión de las cercanas islas Pescadores. Mientras tanto, en la última mitad del siglo XVI, habían llegado a China desde Europa misioneros jesuitas y comenzaron a predicar el cristianismo. La sabiduría y los conocimientos de los jesuitas pronto les dieron acceso a la corte Ming, ante la oposición de los sabios neoconfucianos que permanecían preocupados con problemas de orden social. Los jesuitas fueron incapaces de implantar el cristianismo y de arraigar en China el pensamiento científico occidental.
La caída de los Ming se ocasionó por una rebelión que estalló en la provincia de Shaanxi como resultado de la incapacidad gubernamental para proporcionar ayudas en momentos de hambre y desempleo. Cuando los rebeldes llegaron a Pekín en 1664, las tropas Ming estaban desplegadas en la Gran Muralla, procurando frenar la invasión de los manchúes, una tribu tungúsica que había obtenido recientemente el poder en Dongbei Pingyuan (Manchuria). Los Ming decidieron aceptar la ayuda manchú para expulsar a los rebeldes de la capital, pero tras prestar esa colaboración, los manchúes se negaron a abandonar Pekín, lo que forzó a los Ming a retirarse al Sur de China, donde intentaron, sin éxito, restablecer su régimen.

El Mandato Mongol (1279-1368): El gobierno extranjero


Kublai trasladó la capital mongola desde Karakorum hasta un lugar cercano a Pekín, desde donde gobernó un imperio que se extendía desde la Europa oriental hasta Corea y desde el norte de Siberia al sur de la frontera norte de la India. Kublai y sus sucesores adoptaron gran parte de la maquinaria administrativa que había existido bajo los Song. Gobernaron como emperadores de China con el título dinástico de Yuan (1279-1368) y así son considerados por los chinos. El reinado de Kublai Kan fue el punto más alto del poder mongol. Se mejoraron mucho las comunicaciones y las rutas de comercio de Asia central, bajo control mongol, eran ahora más seguras que nunca, favoreciendo el tráfico comercial desde Occidente a Oriente. Llegaron a China misioneros y comerciantes, y con ellos aparecieron nuevas ideas, técnicas, alimentos y medicinas. El más conocido de los extranjeros que llegaron a China fue el mercader veneciano Marco Polo, cuyos escritos describieron muy vivamente el esplendor del Imperio mongol.
Mientras tanto, existía un creciente descontento dentro de China. La clase oficial confuciana estaba resentida por las prohibiciones mongolas para que los chinos ocuparan puestos importantes. La inflación y los impuestos oprimían a los campesinos chinos. Las décadas de 1330 y 1340 estuvieron marcadas por las malas cosechas y el hambre en el norte de China, y por fuertes inundaciones del Huang He. Durante la década de 1340 tuvieron lugar levantamientos en casi todas las provincias. En la siguiente década aparecieron destacados dirigentes rebeldes y en la década de 1360 Chu Yuanziang, un antiguo monje budista, fue capaz de extender su poder a través del valle del Yangzi Jiang. En 1371, mientras los mongoles estaban paralizados por rivalidades internas, marchó hacia el norte y tomó Pekín. Finalmente los mongoles se retiraron a su territorio de Mongolia, desde donde continuaron hostigando a los chinos.

La dinastía Song del Sur (1127-1279): Deterioro administrativo y debilidad interna

Incitados por la propia debilidad militar y fiscal, los Song se aliaron, a comienzos del año 1120 con la dinastía Jin (1122-1234) del norte de Dongbei Pingyuan (Manchuria) en contra de los Liao. Después de la derrota de éstos, los Jin se volvieron contra los Song y marcharon hacia el norte de China, tomando la capital, Kaifeng, en 1126. Los Song se retiraron y en 1135 restablecieron su capital en Hangzhou, en la provincia de Zhejiang.
Bajo los Song del sur, la China meridional siguió desarrollándose con rapidez. La prosperidad económica y los logros intelectuales sobrepasaron a los de sus hermanos conquistados del norte; el rápido desarrollo económico permitió al gobierno reforzar sus defensas en mayor grado que lo que habían conseguido los Song del norte; el confucianismo, sintetizado en su forma final por Zhu Xi, siguió como un sistema de pensamiento centrado en el hombre, aunque tomó prestadas doctrinas metafísicas del budismo para presentar una filosofía del Universo más equilibrada y duradera. Aunque el deterioro administrativo fue en aumento, los Song del sur no mostraban signos de inestabilidad interna; sin embargo la dinastía fue sometida por una fuerza militar claramente superior tras algunos años de duros enfrentamientos.
En 1206, una asamblea de todas las tribus turcomongolas se reunió en Karakorum, en Mongolia exterior, para confirmar el establecimiento de la unidad mongola bajo la jefatura de Gengis Kan. Los mongoles iniciaron inmediatamente una serie de conquistas que dieron como resultado el establecimiento del mayor imperio conocido hasta entonces. En China fue la dinastía extranjera Jin la que primero cayó ante los ejércitos mongoles. Gengis Kan conquistó Pekín en 1215 y por tanto extendió su poder sobre el resto del norte de China. La conquista de los Song del sur no se completó hasta el 1279, después de que Kublai Kan, nieto de Gengis Kan, heredara la dirección de las fuerzas mongolas.

La dinastía Song del Norte (960-1126): Centralización y debilidad militar

Los primeros Song limitaron en gran manera el poder de los militares de las provincias y subordinaron el ejército al gobierno civil, por miedo a dispersar el poder militar hacia las fronteras, un desarrollo que había debilitado a los Tang. Así, los funcionarios (burócratas) civiles dominaban cada aspecto del gobierno y la sociedad. El sistema Tang de realizar exámenes o pruebas para los funcionarios públicos se expandió para proporcionar a la dinastía un constante flujo de talentos. Los Song reorganizaron el gobierno imperial, centralizando el control efectivo en la capital de una manera mucho mayor que hasta entonces. La estructura administrativa local permaneció según el modelo diseñado por los Tang. La literatura, las artes y la filosofía siguieron su desarrollo a lo largo de las líneas que se habían establecido en el último periodo Tang. La educación floreció y la economía siguió su expansión y diversificación. Sin embargo, la debilidad militar se convirtió en un problema crónico.
Después de numerosas derrotas a manos de los Liao, los Song firmaron un tratado en el 1004, cediendo de forma permanente el área que los Liao ocupaban a lo largo de la frontera norte y aceptando pagar un tributo anual. Tras una lucha prolongada con los Xi Xia, una tribu de la frontera noroccidental, los Song de nuevo compraron la paz en 1044, aceptando el pago de un tributo. Hacia mediados del siglo XI, los Song comenzaron a experimentar dificultades fiscales. El crecimiento demográfico había sobrepasado las tasas del crecimiento económico y los gastos militares asociados a la defensa de la frontera norte al igual que los costes administrativos de una burocracia civil en constante crecimiento consumían la mayor parte de los ingresos anuales. Mientras se deterioraba la situación militar y fiscal, la burocracia civil estaba dividida en grupos que proponían diferentes medidas reformistas.

En 1069, un joven emperador Song eligió al capaz Wang Anshi como su consejero principal. Wang concibió una serie de reformas tajantes destinadas a incrementar los ingresos gubernamentales, reducir los gastos y reforzar el ejército. Al darse cuenta de que los ingresos del gobierno estaban relacionados con la prosperidad de los campesinos individuales que pagaban impuestos, propuso una reforma agraria que daría terrenos iguales a todos, préstamos para ayudar a los agricultores en la siembra y cosecha, la eliminación de trabajo obligatorio para los campesinos, un impuesto gradual sobre la riqueza y la compra por parte del Estado de los excedentes de bienes para su redistribución en tiempos de hambre. Se adoptaron algunos de estos programas de Wang, pero pronto se abandonaron a causa de la oposición de la burocracia.

El período de las 5 dinastías (907-960)

Una grave persecución llevada a cabo por los últimos emperadores de la dinastía Tang generó una gran divisón en el país en el cual provincias del valle de Huang He fueron proclamenado sus propias dinastías. Este período, conocido como el de las Cinco Dinastías terminó en el 960, cuando un jefe militar, Zhao Guangyin, accedió al trono y proclamó el establecimiento de la dinastía Song (960-1279). Hacia el 978 los Song controlaban la mayor parte de China, de la que quedaban excluidos tan sólo aquellos territorios en el norte de las provincias de Hebei y Shaanxi en poder de la dinastía Liao de los mongoles Khitan. El periodo suele subdividirse en la etapa de los Song del norte (960-1126), cuando la capital estaba situada en Kaifeng, y la de los Song del sur (1127-1279), cuya capital se encontraba en Hangzhou y la dinastía Tan sólo controlaba el sur de China.

La dinastía Tang (618-907): La brillantez sin precedentes

Fundada por Li Yuan, la dinastía Tang supuso una época de fuerza y brillantez sin precedentes en la historia de la civilización china. El sistema de exámenes para reclutar a los funcionarios públicos de la administración era tan refinado para su momento que, en su forma básica, ha sobrevivido hasta el siglo XX. Se reestructuraron los órganos del gobierno imperial y local, que se ampliaron para proporcionar una administración centralizada, y se decretó un elaborado código de leyes administrativas y penales. Chang’an, capital de los Tang, fue un centro de tolerancia cultural y religiosa. Se practicaban muchas religiones, incluso el cristianismo nestoriano. Se desarrolló un importante comercio exterior con Asia central y Occidente, desarrollándose las rutas de las caravanas, y mercaderes de Oriente Próximo comerciaban a través del puerto de Cantón. Bajo los Tang, la influencia china se extendió sobre Corea, sur de Dongbei Pingyuan (Manchuria) y norte de Vietnam; en el oeste, por medio de alianzas con tribus de Asia central, los Tang controlaron la depresión de Tarim y al final hicieron que su influencia llegara hasta lo que hoy es Afganistán.



La fuerza económica y militar del Imperio Tang se basaba en un sistema de reparto equitativo de la tierra para la población adulta masculina. El impuesto agrícola per cápita que pagaban los propietarios por cada parcela de tierra era la fuente principal de ingresos para el gobierno y el servicio militar periódico que se les exigía era la base del poder militar Tang. Sin embargo, surgieron dificultades porque el gobierno seguía exonerando a los estados libres de impuestos y hacía grandes concesiones de tierra a aquéllos que les eran favorables. Como resultado del crecimiento de la población hacia el siglo VIII, los propietarios de parcelas individuales heredaban unos terrenos de tierra muy reducidos, pero el impuesto anual mantenía su cuantía, por lo que los campesinos abandonaban sus parcelas, reduciendo de ese modo los ingresos del Estado y mermando la eficiencia de las fuerzas armadas. Las áreas fronterizas ya no podían estar protegidas por las fuerzas militares, por lo que se encargó su defensa a tropas no chinas dirigidas por un sistema en el que tenían grandes privilegios los jefes militares.

La dinastía Sui (581-617): El restablecimiento imperial

China fue reunificada bajo la dinastía Sui (581-617). El primer emperador fue Yang Chien, un militar que en el 581 usurpó el trono del norte. Durante los siguientes ocho años terminó la conquista del sur de China y estableció su capital en Chang’a (hoy Xi’an). Los Sui restablecieron el sistema administrativo centralizado de los Han y reinstauraron los exámenes para la selección de funcionarios. Aunque el confucianismo fue instaurado oficialmente, también el taoísmo y el budismo fueron admitidos en la formulación de la nueva ideología imperial. Floreció el budismo, introducido en China desde la India durante la última dinastía Han y el periodo subsiguiente de desunión.


El breve reinado de la dinastía Sui fue una etapa de gran actividad: se reparó la Gran Muralla con un gran coste en vidas humanas, se construyó un sistema de canales, que posteriormente daría lugar al Gran Canal, para transportar los ricos productos agrícolas del delta del Yangzi Jiang hasta Luoyang y el norte, y se reasentó el control chino sobre el norte de Vietnam y, en menor medida, sobre las tribus de Asia central. Sin embargo, una larga y costosa campaña militar en el norte de Corea terminó en derrota. Con su prestigio seriamente empañado por el empobrecimiento de su población, la dinastía Sui cayó en el 617 ante el levantamiento dirigido por Li Yuan.

Anarquías y Época de los 3 reinos (220 - 581)

La dinastía Han comenzó a desmembrarse cuando las grandes familias terratenientes, aprovechándose de la debilidad del gobierno imperial, establecieron sus propios ejércitos privados. Finalmente, en el 220, Cao Pei fundó la dinastía y reino Wei (220-265) en las provincias del norte. La primer foto hace alusión al fundador de esta dinastía. La dinastía Shu Han (221-263) se estableció en el suroeste y la dinastía Wu (222-280) en el sureste. Los tres reinos libraron incesantes guerras entre sí. En el 265, Sima Yang, un poderoso general de la dinastía Wei, usurpó el trono y estableció la dinastía Xi Jin (265-317) en el norte de China. Hacia el 280 había reunificado el norte y el sur bajo su mandato. Sin embargo, poco después de su muerte en el 290, el Imperio empezó a derrumbarse. Una importante razón para esta inestabilidad interna era la influencia de las principales familias terratenientes. Hicieron que su poder se sintiera a través de un sistema de nueve grados de funcionarios, mediante el cual se dio a individuos destacados en cada zona administrativa la autoridad para jerarquizar a las familias locales, de acuerdo con su potencial de servicio al gobierno. A causa de la arbitrariedad con que algunas personas importantes decidieron la clasificación, a menudo reflejaba más los deseos de las familias dirigentes en el territorio que el mérito de aquéllos que habían sido elegidos.
Las tribus no chinas del norte, a las que los Han habían combatido hasta conseguir detenerlos a lo largo de la frontera, aprovecharon la oportunidad que les ofrecía la debilidad del gobierno para extender su ansia de tierras de pastos dentro de la fértil llanura del norte de China. Las invasiones comenzaron en el 304, y hacia el 317 los xiongnu habían arrebatado a la dinastía Xi Jin el norte de China. Durante casi tres siglos este territorio estuvo gobernado por varias dinastías no chinas, mientras en el sur lo hacían una sucesión de cuatro dinastías chinas, todas ellas centradas en el área de la actual ciudad de Nanjing. Ninguna de las dinastías invasoras fue capaz de extender su control sobre la totalidad de la llanura del norte hasta el 420, año en que lo hizo la dinastía Bei Wei (o Bei del Norte, 386-534). En la segunda foto aparece la figura del fundador Liu Bei Wei.
Durante la segunda mitad del siglo V los Bei del Norte adoptaron una política de unificación. Se administró burocráticamente la región agrícola del norte de China, como había ocurrido con dinastías chinas anteriores, y se impuso el servicio militar obligatorio a los miembros de las tribus. Se adoptaron las ropas y costumbres chinas y el chino se convirtió en el idioma oficial de la corte. Los jefes tribales, presionados por esta política unificadora, se rebelaron y en el 534 derrocaron a la dinastía. Durante los siguientes 50 años, el norte de China fue gobernado nuevamente por dinastías no chinas.